Ya hablaba Alberto Edwards en su libro “La fronda aristocrática”(1928), sobre la malversación y uso del poder en ese entonces ligado al poder del apellido y la posición de tierras, considerando un origen extranjero, y que además concentraban lo económico en unos pocos en detrimento de unos cuantos muchos. Renato Garín, en su libro La Fronda(2017), también hacía énfasis a esta concentración del poder, pero además hacía hincapié en lo ligado hacia el poder político electoral ligado además a lo económico.
El poder y el lobby, la sociedad sigue en su vaivén en pro de alcanzar un objetivo claro, pero este objetivo claro es sólo para unos pocos, los cuales hacen y deshacen al entrelazarse: Poder, dinero y política.
Pedro Sabat, alcalde designado en Dictadura y posteriormente elegido democráticamente, acusado de malversación de fondos municipales, en específico relacionado con representar al Municipio de Ñuñoa, en contratos realizados con un socio de su hijo, el estipendio de estos contratos asciende a $15,7 millones de pesos. Por ley de transparencia no se puede realizar esta operación financiera, ya que implicaría un delito importante… pero como estamos en Chile, Pedro Sabat no irá a la cárcel, no pagará con su vida política, ya que sólo es suspendido por 2 años de ejercer cargos públicos y tendrá que pagar una multa de $675 mil pesos… o sea, nada si consideramos que en un inicio, tendría que haber estado 4 años preso, 7 años sin ejercer cargos y tendría que haber pagado una multa de 7 millones…
Queda demostrado con esto, que en Chile hay dos justicias: 1. La de la Fronda que hace y deshace y que no le ponen control respecto a su trato en el país, donde el dinero importa. 2. La justicia del resto, es decir, del 95% que tiene voto, pero no tiene voz en un país donde el apellido, la Plata y la influencia valen mucho más que pagar y dar lecciones de ética a quienes vienen a tomar el poder político hacia adelante.
En resumen, la fronda sigue siendo la fronda.